domingo, 13 de febrero de 2011

La firmeza de los precios de los commodities

(Especial para NA por Gustavo
López*) -- Al igual que hace un par de años atrás, la "burbuja"
en los precios de la mayoría de los commodities, ya sean
alimenticios (cereales, oleaginosas, textiles, etc.) así como en
los metales y preciosos y el petróleo, continua afirmándose en
los principales mercados mundiales.
   En este caso, y en particular en los granos, los aspectos
estructurales de los mercados, es decir el equilibrio entre las
fuerzas de la oferta y la demanda es tan débil, que permite al
menos inferir un sostenimiento en las cotizaciones, sino un nuevo
incremento en las mismas.
   Con producciones limitadas, en algunos casos fuertemente
afectadas por efectos climáticos, que redujo la oferta en general
y por ende el comercio de las materias primas y sus derivados y
una demanda que continúa con una dinámica sostenida a un ritmo
similar al de los últimos ciclos, los stocks finales de la
mayoría de los productos agrícolas en permanente descenso,
explican en gran medida la firmeza de los precios.
   Definida la cosecha en el hemisferio norte, resta aún conocer
los guarismos finales de la correspondiente a hemisferio sur, en
especial en Argentina, Brasil, Australia y Sudáfrica, que
presentan aun fuertes interrogantes en virtud a los efectos de un
evento "Niña" que tuvo un fuerte impacto en los cultivos de maíz y
soja de estos países.
   En ese contexto, y con un creciente consumo de todos los granos
no solo con destino alimenticio, sino también como sustituto de
los combustibles fósiles (biocombustibles), sumado a una relativa
debilidad de la divisa norteamericana, lo cual se traduce en una
mayor capacidad de pago de los compradores tradicionales.
   También significa una fuerte apuesta de los especuladores
mundiales, fondos de inversión, que continúan ingresando
masivamente con la consecuente volatilidad en los mercados,
explican el comportamiento de los precios que en la actualidad
alcanzan niveles record históricos.
   Ello se releja en nuestro mercado local, con precios de
exportación en consonancia con los internacionales.
   Los actuales niveles en el trigo, los granos forrajeros y
oleaginosos distan notablemente de los proyectados tan solo unos
meses atrás, lo cual permite inferir un ingreso de divisas y de
recaudación fiscal también record.
   Con una producción cercana a las 92 millones de toneladas (en
alguna medida diezmada por el efecto de seca sobre el maíz y soja,
donde se esperaba un volumen mayor al estimado) y un saldo
exportable total, considerando la materia prima y sus derivados
cercano a las 66 millones de toneladas, el valor de las
exportaciones rondaría los 30.000 millones de dólares.
   Se trata de aproximadamente 4.000 millones por encima del
ciclo anterior y los ingresos fiscales, considerando solamente
los derechos de exportación los 8.700 millones de dólares, 900
millones superior al año 2010.
   De esos totales, el complejo soja, considerando la exportación
de poroto y sus derivados representa el 74 por ciento (22.300
millones de dólares) del ingreso total de divisas y el 80 por
ciento (7.000 millones de dólares) de la recaudación fiscal.
   En ese contexto, es destacable el avance de los
biocombustibles –como derivado del aceite de soja- que se
estima se exporte en el próximo ciclo 1.7 millones de toneladas
por un valor de 2.300 millones de dólares con un aporte fiscal de
400 millones de dólares.
   Sin duda la mejora en los precios internacionales permitió
alcanzar este record de ingresos, a pesar del menor volumen de
producción y comercio.
   Recordemos que el precio medio del complejo granario del año
anterior oscilaba en torno a los 350 dólares la tonelada, en
tanto que el estimado para el actual lo supera en más de 100
dólares (454 dólares la tonelada).
   Lamentablemente esta bonanza en materia de precios mundiales no
se refleja en los precios locales, al menos en los cultivos más
emblemáticos de nuestro país: el trigo y el maíz.
   En ambos casos, la intervención del Estado a través de la
limitación de las exportaciones, y a un pesado esquema
reglamentario que incide en los costos de operación, llevó a que
los precios de mercado se distanciaran –en algunos casos en forma
significativa- de la capacidad de pago de los operadores a partir
de los precios internacionales, con el consecuente quebranto para
el sector primario.
   Con estas prácticas, los dos eslabones principales de la
cadena agroindustrial granaria: el productor y el consumidor no
reciben mejora alguna, quedando tal beneficio básicamente en
manos del Estado a través de la fuerte carga tributaria y en el
resto de los operadores, por marcadas ineficiencias de
funcionamiento de la cadena toda.
(*)Director de Agritrend SA, Buenos Aires, Argentina.