martes, 15 de marzo de 2011

Frutillas, folatos y salud del corazón

La ingesta adecuada de folatos podría reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Los folatos son un grupo de compuestos derivados del ácido fólico. Ayudan a deshacer los aminoácidos encontrados en la sangre previniendo enfermedades en las coronarias y con esto evitar los ataques cardiacos.
Estudios epidemiológicos sugieren una asociación consistente entre el consumo de una dieta rica en vegetales y una menor incidencia de enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, neurodegenerativas y diversos tipos de cáncer.

En las últimas décadas, se han considerado subgrupos de vegetales para evaluar de manera específica su asociación con la salud y/o la prevención de enfermedades.

Las frutas rojas, entre ellas las fresas (también frambuesas, arándanos, moras, grosellas), son uno de los grupos estudiados. Además de nutrientes comunes a otras frutas, como la fibra, la vitamina C o el ácido fólico, se han identificado en su composición diversidad de sustancias con interesantes actividades biológicas. Esto invita a considerar las fresas como una fruta muy atractiva tanto por su sabor y posibilidades culinarias, como por ser fuente óptima de antioxidantes.

El consumo de folatos
Investigaciones recientes han analizados los posibles efectos de un consumo prolongado de fresas (6-8 unidades al día) en la concentración plasmática de folatos, homocisteína y proteína C reactiva (PCR). Señalan que una deficiencia de folatos puede derivar en niveles elevados de homocisteína en sangre (hiperhomocisteinemia). Este aumento plasmático de homociesteína y proteína C reactiva se asocia con un mayor riesgo de accidente cerebrovascular, infarto de miocardio y otras patologías cardiovasculares.

Estos estudios sugieren que un consumo moderado de fresas puede implicar un aumento significativo de los niveles de folato en plasma, con la consiguiente protección para la salud del corazón. Diferentes investigaciones revelan que los niveles de folatos varían en las fresas desde 30 hasta 99 mg por cada 100 g de peso fresco, y se estima que el valor medio ronda los 65 mg. Diversos factores influyen en la concentración de éste y otros nutrientes, como la variabilidad genética, las condiciones ambientales, el método analítico e, incluso, el año de cosecha, según advierten los estudios.

La Ingesta recomendada
Las ingestas dietéticas de referencia de esta vitamina para una persona adulta sana se estiman en 300 miligramos diarios, 200 mg para niños entre 6 y 9 años y 150 mg para niños de 4 y 5 años. Para los más pequeños, de 1 a 3 años, que ya pueden iniciarse en el consumo de fresas, la cantidad de referencia es de 100 mg.

Una ración de 250 gramos de fresas suministra alrededor del 50% de la ingesta diaria recomendada. Son fuente óptima de esta vitamina al consumirse, en general, frescas o poco elaboradas, a diferencia de otros vegetales que pierden vitaminas durante el cocinado o en las preparaciones previas.

Aprovechar el consumo de fresas durante los meses que dura la temporada se revela interesante como aporte dietético de folatos.

Vitamina C y más antioxidantes
Son necesarios tan solo 100 gramos de fresas para cubrir el 100% de las ingestas de referencia de vitamina C, que se estiman en 60 miligramos, con el valor añadido de aportar diversos compuestos con un potente poder antioxidante, como ácido elágico y ciertos flavonoides: antocianinas -le proporcionan su color característico-, catequinas, quercetina y kaempferol, entre otros.

Muchos estudios muestran un amplio rango de actividades biológicas de los compuestos fenólicos antioxidantes naturales en las fresas, desde la capacidad antioxidante hasta la modulación y control del crecimiento celular en la prevención del cáncer.

Otro mecanismo de acción de los compuestos fenólicos de las fresas se refiere a la capacidad de inhibir enzimas como la ciclooxigenasa, responsable del desarrollo de la inflamación, un mecanismo común en el desarrollo de muchas enfermedades crónicas. Es importante señalar que el mayor porcentaje de estos interesantes hallazgos proceden de estudios "in vitro", en laboratorio, y poco se conoce de los efectos sobre la salud de los fitoquímicos, una vez ingeridos como parte de la propia fruta, absorbidos y metabolizados.

No obstante, se postula que la sinergia entre estos compuestos antioxidantes, que solo se aprecia cuando se come la fruta (y no sus componentes aislados en forma de suplemento), expliquen los potenciales efectos protectores y promotores de la salud. Por las razones expuestas anteriormente, y porque son más los beneficios que reporta el consumo de fresas que las contraindicaciones (alergia y reacciones locales en personas alérgicas al ácido acetilsalicílico por su contenido en salicilatos), la temporada natural de fresas se convierte en una ocasión extraordinaria para saborear esta fruta dulce y aprovechar sus beneficios.
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