A pesar de que el consumidor latinoamericano es el más optimista a nivel mundial respecto a la confianza que manifiesta sobre el consumo (Informe Nielsen, 2010), la última crisis mundial ha hecho que muchas familias hayan cambiado sus hábitos de consumo restringiendo sus compras en productos de alimentación, droguería, ropa, ocio y entretenimiento. Estos cambios en los hábitos de compra han afectado también a los canales de distribución minoristas.
Hasta finales de 2008, se podía afirmar que el comercio tradicional y el comercio informal estaban perdiendo cuota de mercado respecto al comercio moderno en la mayor parte de los países latinoamericanos, dejando paso a formatos que los acercaban más a patrones de compra europeos y norteamericanos. Sin embargo, la crisis económica mundial ha hecho que el comercio tradicional vuelva a ganar terreno.Aunque este dato es difícil de cuantificar, se estima que al menos el 60% de la distribución minorista global en estos países está en poder de comerciantes independientes o bien del comercio informal.
La distribución minorista moderna, representada por las grandes cadenas como Wal-Mart, Carrefour, Casino, entre otros, ha ido introduciéndose en los países latinoamericanos hasta conseguir aproximadamente un 25% del total de la distribución minorista a través del formato autoservicio En Europa y Estados Unidos el comercio tradicional ha ido perdiendo paulatinamente peso en la distribución minorista hasta quedarse en la actualidad en porcentajes que rondan el 15% al 30% del total de la distribución detallista. Por tanto, se podría decir que en Latinoamérica estos datos son completamente a la inversa.
La pregunta que aparece inmediatamente en la mente es si el comercio tradicional e informal perderá peso en los próximos años o se mantendrá, siendo una nota diferencial de este mercado respecto a sus mercados de referencia. Otra gran pregunta es si las políticas gubernamentales abordarán seriamente la regularización del sector, lo que podría perjudicar al comercio informal tan asentado y extendido en todos los países latinoamericanos. Si la economía informal va perdiendo peso, como se ha ido constatando. Según datos de McKinsey, desde el año 2001 hasta la actualidad, la siguiente pregunta sería saber si de este decrecimiento se beneficiará mayormente el detallista tradicional o los canales modernos.
En el mercado latinoamericano, el comercio tradicional perderá peso frente a las grandes cadenas modernas a medida que la confianza del consumidor aumente y se vayan observando datos concluyentes de recuperación económica, no sabemos si con la proporción de un nuevo hipermercado a 50 comercios tradicionales cerrados como afirma en México el Centro para la Micro y Pequeña Empresa, pero sí a un ritmo imparable y sostenible. Esta tendencia será más marcada en zonas urbanas que en zonas rurales.
Las ventajas globales que ofrecen los comercios modernos junto a sus esfuerzos publicitarios, así como el mayor desarrollo económico de los hogares latinoamericanos, hará que la evolución de la estructura de los canales de distribución vaya hacia un mayor peso del formato autoservicio, probablemente con mayor presencia de los supermercados y los “discounts” que ofrecen las ventajas del formato autoservicio junto con las de cercanía, accesibilidad, variedad y buen precio.
Francis Blasco, PhDHasta finales de 2008, se podía afirmar que el comercio tradicional y el comercio informal estaban perdiendo cuota de mercado respecto al comercio moderno en la mayor parte de los países latinoamericanos, dejando paso a formatos que los acercaban más a patrones de compra europeos y norteamericanos. Sin embargo, la crisis económica mundial ha hecho que el comercio tradicional vuelva a ganar terreno.Aunque este dato es difícil de cuantificar, se estima que al menos el 60% de la distribución minorista global en estos países está en poder de comerciantes independientes o bien del comercio informal.
La distribución minorista moderna, representada por las grandes cadenas como Wal-Mart, Carrefour, Casino, entre otros, ha ido introduciéndose en los países latinoamericanos hasta conseguir aproximadamente un 25% del total de la distribución minorista a través del formato autoservicio En Europa y Estados Unidos el comercio tradicional ha ido perdiendo paulatinamente peso en la distribución minorista hasta quedarse en la actualidad en porcentajes que rondan el 15% al 30% del total de la distribución detallista. Por tanto, se podría decir que en Latinoamérica estos datos son completamente a la inversa.
La pregunta que aparece inmediatamente en la mente es si el comercio tradicional e informal perderá peso en los próximos años o se mantendrá, siendo una nota diferencial de este mercado respecto a sus mercados de referencia. Otra gran pregunta es si las políticas gubernamentales abordarán seriamente la regularización del sector, lo que podría perjudicar al comercio informal tan asentado y extendido en todos los países latinoamericanos. Si la economía informal va perdiendo peso, como se ha ido constatando. Según datos de McKinsey, desde el año 2001 hasta la actualidad, la siguiente pregunta sería saber si de este decrecimiento se beneficiará mayormente el detallista tradicional o los canales modernos.
En el mercado latinoamericano, el comercio tradicional perderá peso frente a las grandes cadenas modernas a medida que la confianza del consumidor aumente y se vayan observando datos concluyentes de recuperación económica, no sabemos si con la proporción de un nuevo hipermercado a 50 comercios tradicionales cerrados como afirma en México el Centro para la Micro y Pequeña Empresa, pero sí a un ritmo imparable y sostenible. Esta tendencia será más marcada en zonas urbanas que en zonas rurales.
Las ventajas globales que ofrecen los comercios modernos junto a sus esfuerzos publicitarios, así como el mayor desarrollo económico de los hogares latinoamericanos, hará que la evolución de la estructura de los canales de distribución vaya hacia un mayor peso del formato autoservicio, probablemente con mayor presencia de los supermercados y los “discounts” que ofrecen las ventajas del formato autoservicio junto con las de cercanía, accesibilidad, variedad y buen precio.
Doctora en Marketing de la Universidad Complutense de Madrid
Miembro de Comité Científico de ESIC-Market