(NAP). La presencia de la corriente denominada "La Niña" comenzó a generar preocupación entre los productores, en particular entre quienes tienen sus explotaciones en el denominado cinturón maicero argentino, la región más productiva del país (norte de Buenos Aires, sur de Santa Fe, este de Córdoba y parte de Entre Ríos) porque temen que se repita un escenario parecido al de 2008.
En efecto, de acuerdo a un informe del Consorcio Regional de Experimentación Agrícola (Crea) las actuales condiciones climáticas que se presentan con escasas lluvias y por debajo de los niveles de la época podrían generar una importante merma en los rindes, en especial para la cosecha gruesa y fuertes quebrantos, un escenario similar al que se produjo entre 2008/09.
En el sur de Córdoba se pasó de inundaciones a principios de 2010 a una muy dura sequía a comienzos de 2011 ¿Estas características climáticas son circunstanciales o vinieron para quedarse?, se comenta entre los productores, quienes temen que estas carcaterísticas climáticas pasen a formar parte de la ecuación agrícola para los próximos años.
La pregunta, al menos por ahora no tiene respuesta, pero lo que sí está claro es que “últimamente aumentó significativamente el riesgo empresario y las posibilidades de obtener resultados económicos de quebranto”, afirma Juan Balbín, vicepresidente del Movimiento CREA.
“La anormalidad climática actual se da en la zona núcleo, la más productiva del país, donde nadie esperaba rindes de soja de cinco quintales por hectárea y sin embargo se observaron en el ciclo 2008/9. Estos resultados podrían repetirse en el ejercicio 2010/11 si sigue sin llover”, agrega.
Balbín también resalta la gran variabilidad espacial de las pocas precipitaciones registradas hasta ahora, con diferencias marcadas en pocos kilómetros.
“Las anormalidades climáticas extraordinarias que estamos viviendo traen una perspectiva de nuevos precios de las materias primas y un horizonte muy complicado para la alimentación del mundo y para los agricultores, porque serán muchos los que sembrarán y cosecharán una cantidad insuficiente para pagar los gastos o no cosecharán”, advierte.
“Luego de la devaluación de 2002, los agricultores argentinos pudiera concretar varias cosechas con rindes y precios razonables hasta el catastrófico ciclo 2008/9. Esa campaña de muy bajos rindes dejó fuertes deudas en los operadores que aún hoy no se terminaron de saldar. Entonces, “si tenemos una cosecha de bajos rindes en 2011, con muchos productores malparados, sin ningún colchón financiero, pueden caer muchos planteos empresarios”, adelanta Balbín.
“El actual ciclo agrícola se desarrolla con muchos insumos retirados a pagar a la cosecha, pensando en rindes promedio, con el apalancamiento de tarjetas bancarias o con financiación en de las compañías y/o distribuidores. Generalmente estos compromisos están garantizados con forwards, que en algunos campos con bajos rindes no se podrán cumplir”, anticipa el empresario.
En ese caso, el quebranto para el productor será doble, porque, además de tener que conseguir fondos frescos para pagar los insumos, deberá salir a comprar la soja que no produjo a 340 dólares por tonelada en la época de cosecha, para cumplir un forward que pactó temprano a 250 dólares por ejemplo.
Por estos días, la mayor preocupación de los productores es la lluvia, ya que los precios son satisfactorios. Frente a la cosecha esperada, muchos productoers ya comenzaron a pensar en un plan B alternativo.
Este plan de alternativa se podrían práctica a partir de la suspensión de inversiones y una actitud cauta en los gastos hasta ver finalmente con cuanto grano se cuenta tras la cosecha” apunta Balbín.
Pero el panorama se complica más aún por lñas dificultades que se presentan para vender el trigo, que permitiría traer un poco de oxígeno financiero a las empresas.
“En gran parte de la región triguera norte sólo se están pudiendo cumplir los forwards ; los exportadores están inactivos en la zona de influencia del puerto de Rosario”, critica el empresario.
La seca no deja títere con cabeza, porque los contratistas de siembra y cosecha también comienzan a sentir el impacto porque se equiparon para una cosecha en ascenso y resulta que ahora, al menos en los primeros días del año, enfrentan un estancamiento que es sinónimo de bajos precios por las labores
Los pools de siembra, por su parte, vienen de un ciclo 2008/9 malo, del que buscan recuperarse, y actúan con gran prudencia para no recalentar el mercado de alquileres agrícolas.
Una de los cultivos que más sufre el impacto es el maíz que ya presenta daños severos por sequia, pero está implantado y podría recuperarse parcialmente si cambia rápido el patrón climático.
Las perspectivas de la soja, en cambio, son mucho más aleatorias, porque hay muchos cultivos de segunda sembrados en suelo seco, esperando las lluvias y a esta altura del mes se encuentran en situación límite
Sin embargo y pese a los malos augurios climáticos, los productores seguirán sembrando a principios de este año porque tampoco pueden dejar el lote ocioso.
El girasol es el cultivo con mejor comportamiento frente a la escasez de humedad. Se encuentra en estado de botón floral o en floración , con posibilidades de rendir 15-18 quintales por hectárea si recibe un poco más de lluvia durante enero.
A modo de conclusión Balbín puntualiza: “La variabilidad climática tan alta que se observa últimamente exigirá una renta a mayor de la agricultura, por el mayor riesgo al que se sometan los capitales en juego. Este fenómeno obliga a revisar todo el esquema de retenciones y regulaciones de mercados actualmente vigente, si no se quiere correr el riesgo de que el área sembrada se reduzca sustancialmente en la próxima campaña agrícola”.
En efecto, de acuerdo a un informe del Consorcio Regional de Experimentación Agrícola (Crea) las actuales condiciones climáticas que se presentan con escasas lluvias y por debajo de los niveles de la época podrían generar una importante merma en los rindes, en especial para la cosecha gruesa y fuertes quebrantos, un escenario similar al que se produjo entre 2008/09.
En el sur de Córdoba se pasó de inundaciones a principios de 2010 a una muy dura sequía a comienzos de 2011 ¿Estas características climáticas son circunstanciales o vinieron para quedarse?, se comenta entre los productores, quienes temen que estas carcaterísticas climáticas pasen a formar parte de la ecuación agrícola para los próximos años.
La pregunta, al menos por ahora no tiene respuesta, pero lo que sí está claro es que “últimamente aumentó significativamente el riesgo empresario y las posibilidades de obtener resultados económicos de quebranto”, afirma Juan Balbín, vicepresidente del Movimiento CREA.
“La anormalidad climática actual se da en la zona núcleo, la más productiva del país, donde nadie esperaba rindes de soja de cinco quintales por hectárea y sin embargo se observaron en el ciclo 2008/9. Estos resultados podrían repetirse en el ejercicio 2010/11 si sigue sin llover”, agrega.
Balbín también resalta la gran variabilidad espacial de las pocas precipitaciones registradas hasta ahora, con diferencias marcadas en pocos kilómetros.
“Las anormalidades climáticas extraordinarias que estamos viviendo traen una perspectiva de nuevos precios de las materias primas y un horizonte muy complicado para la alimentación del mundo y para los agricultores, porque serán muchos los que sembrarán y cosecharán una cantidad insuficiente para pagar los gastos o no cosecharán”, advierte.
“Luego de la devaluación de 2002, los agricultores argentinos pudiera concretar varias cosechas con rindes y precios razonables hasta el catastrófico ciclo 2008/9. Esa campaña de muy bajos rindes dejó fuertes deudas en los operadores que aún hoy no se terminaron de saldar. Entonces, “si tenemos una cosecha de bajos rindes en 2011, con muchos productores malparados, sin ningún colchón financiero, pueden caer muchos planteos empresarios”, adelanta Balbín.
“El actual ciclo agrícola se desarrolla con muchos insumos retirados a pagar a la cosecha, pensando en rindes promedio, con el apalancamiento de tarjetas bancarias o con financiación en de las compañías y/o distribuidores. Generalmente estos compromisos están garantizados con forwards, que en algunos campos con bajos rindes no se podrán cumplir”, anticipa el empresario.
En ese caso, el quebranto para el productor será doble, porque, además de tener que conseguir fondos frescos para pagar los insumos, deberá salir a comprar la soja que no produjo a 340 dólares por tonelada en la época de cosecha, para cumplir un forward que pactó temprano a 250 dólares por ejemplo.
Por estos días, la mayor preocupación de los productores es la lluvia, ya que los precios son satisfactorios. Frente a la cosecha esperada, muchos productoers ya comenzaron a pensar en un plan B alternativo.
Este plan de alternativa se podrían práctica a partir de la suspensión de inversiones y una actitud cauta en los gastos hasta ver finalmente con cuanto grano se cuenta tras la cosecha” apunta Balbín.
Pero el panorama se complica más aún por lñas dificultades que se presentan para vender el trigo, que permitiría traer un poco de oxígeno financiero a las empresas.
“En gran parte de la región triguera norte sólo se están pudiendo cumplir los forwards ; los exportadores están inactivos en la zona de influencia del puerto de Rosario”, critica el empresario.
La seca no deja títere con cabeza, porque los contratistas de siembra y cosecha también comienzan a sentir el impacto porque se equiparon para una cosecha en ascenso y resulta que ahora, al menos en los primeros días del año, enfrentan un estancamiento que es sinónimo de bajos precios por las labores
Los pools de siembra, por su parte, vienen de un ciclo 2008/9 malo, del que buscan recuperarse, y actúan con gran prudencia para no recalentar el mercado de alquileres agrícolas.
Una de los cultivos que más sufre el impacto es el maíz que ya presenta daños severos por sequia, pero está implantado y podría recuperarse parcialmente si cambia rápido el patrón climático.
Las perspectivas de la soja, en cambio, son mucho más aleatorias, porque hay muchos cultivos de segunda sembrados en suelo seco, esperando las lluvias y a esta altura del mes se encuentran en situación límite
Sin embargo y pese a los malos augurios climáticos, los productores seguirán sembrando a principios de este año porque tampoco pueden dejar el lote ocioso.
El girasol es el cultivo con mejor comportamiento frente a la escasez de humedad. Se encuentra en estado de botón floral o en floración , con posibilidades de rendir 15-18 quintales por hectárea si recibe un poco más de lluvia durante enero.
A modo de conclusión Balbín puntualiza: “La variabilidad climática tan alta que se observa últimamente exigirá una renta a mayor de la agricultura, por el mayor riesgo al que se sometan los capitales en juego. Este fenómeno obliga a revisar todo el esquema de retenciones y regulaciones de mercados actualmente vigente, si no se quiere correr el riesgo de que el área sembrada se reduzca sustancialmente en la próxima campaña agrícola”.
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