lunes, 11 de abril de 2011

Los dueños de La Salteña y Parmalat pelean por la leche

General Mills compró la francesa que controla el negocio global de yogures. Definición inminente si Berlusconi evita que la italiana pase a ser propiedad de capitales galos.

La industria láctea está que hierve debido a dos grandes operaciones que amenazan con desencadenar una verdadera guerra mundial: la ofensiva lanzada en Italia por la francesa Lactalis para entrar al capital de Parmalat y la llegada a Francia del gigante norteamericano General Mills –en la Argentina es propietario de La Salteña–, que pagó 1.600 millones de euros para comprar 51% del paquete accionario de Yoplait.

El desembarco de Lactalis en Parma tuvo el efecto de una guerra relámpago contra uno de los símbolos de la industria italiana. En menos de 48 horas, Lactalis pagó 740 millones de euros para apoderarse del 29% del capital, que estaba en poder de tres fondos de inversiones extranjeros: Skagen AS, Mackenzie Financial Corporation y Zenit Asset Management AB. Los vendedores optaron por desprenderse de las acciones después de una fatigosa lucha interna con el presidente de la empresa, Enrico Bondi, artífice de la reestructuración después del escándalo y la quiebra de 2003, que evaporó las economías de 135 mil ahorristas por un total de 13 mil millones de euros.

Los franceses, que codiciaban Parmalat desde 2005, nunca imaginaron que esa ofensiva podía desencadenar una ola de patriotismo económico. El primer ministro Silvio Berlusconi convocó al embajador francés para decirle que su gobierno no permanecerá de brazos cruzados. El ministro de Economía, Giulio Tremonti, prometió adoptar “medidas apropiadas para defender a las empresas italianas”.

La suerte de Parmalat se jugará en la asamblea general del 16 de abril.

Para ese momento, Enrico Bondi espera haber terminado de organizar el núcleo duro de accionistas, encabezado por los bancos Intesa Sanpaolo, Mediobanca y UniCredit y que podría incluir al grupo lechero Granarolo y al gigante del chocolate Ferrero, para resistir a la amenaza francesa. Con una facturación anual de US$ 5.100 millones, Parmalat es la 12ª empresa mundial de productos lácteos y teme que este ataque por parte del tercer productor del planeta ponga definitivamente en peligro su existencia.

La inestabilidad que existe en ese segmento del mercado se agudizó, casi al mismo tiempo, con la llegada de General Mills a Francia para comprar 51% de Yoplait, segundo fabricante mundial de yogures, detrás de Danone. Para apoderarse de esa auténtica vaca lechera, que vende 16 mil potes de sus diferentes productos por minuto y factura 4.500 millones de euros por año, puso sobre la mesa 1.600 millones de euros, cifra que representa diez veces el resultado de explotación de 2010 de Yoplait.

Esa operación había dado lugar a una verdadera guerra que se prolongó varios meses entre los gigantes del sector: los principales protagonistas de esa despiadada batalla fueron el grupo mexicano Lala, el gigante suizo Nestlé (aliado de Lactalis en una joint venture) y la empresa china, Bright Food, particularmente activa en los últimos meses.

Esos movimientos podrían dar pie a una serie de reacomodamientos en el sector. Nestlé tiene disponible un cash flow de US$ 8.500 millones destinado prima facie a tomar el control de L’Oréal, pero si esa perspectiva se prolonga, podría utilizarlos para reforzar su posición como número uno de la industria agroalimentaria. Danone, al parecer, no abandonó por completo sus ambiciones sobre La Serenísima para no ceder terreno ante las previsibles ofensivas.

Christian Riavale especial para Diario Perfil.