domingo, 13 de febrero de 2011

El gasto energético invisible en la agricultura

(NA) -- Todo cultivo fertilizado
contiene un gasto energético implícito, así una planta de vid de
variedad para uva de mesa consume 518 kilocalorías por cada 83
gramos para procesar.
   Este consumo corresponde por 100 unidades de nitrógeno
aplicadas al suelo, para una densidad por hectárea de 1200
plantas.
   Así lo consignó, en un estudio, el asesor privado en nutrición
vegetal, ingeniero agrónomo Anjel Rodas, publicado por
Engormix.com.
   "Si simulamos una aplicación de fertilización con 140 unidades
de  N (nitrógeno) en una hectárea de maíz con una densidad de
plantación con 80 mil plantas, el gasto energético que le
significa a cada planta para transformar esa pequeña cantidad de N
inorgánico conlleva un gasto de energía equivalente a 8,23
kilocalorías (kcal) como mínimo.
   "Proyectada esta cuantificación a una hectárea, se tiene un
consumo equivalente a 658.400 kcal", sostuvo el especialista.
   Otros nutrientes como el catión calcio, y los aniones sulfatos
y fosfatos, también consumen energía, pero en menor cantidad, que
empuja la cifra total del gasto energético "otro poco más arriba".
   "Para este ejemplo podríamos situarla en 800 KwH por hectárea",
aclaró.
   Cuando se utiliza fertilizante sintético nitrogenado (urea,
sulfato de amonio, nitrato de amonio, amoniaco anhidro, entre
otros) es inevitable el proceso de asimilación por "la ruta
metabólica del nitrógeno"  debido a la fisiología nutricional de
un cultivo.
   "Aquí se genera el gasto energético que analizamos", indicó.
    Varios factores intervienen en el gasto energético invisible
de un cultivo:
   - La densidad de plantas (individuos) por hectárea.
   - La dosis de fertilizante nitrogenado por hectárea.
   - El tamaño o masa vegetativa de la especie cultivada; una
lechuga o un plátano.
   "No resulta fácil afirmar que la energía invisible puede
soslayarse, cuando se desconocía que esto existiese y tuviese tal
magnitud; tampoco parece meritorio exponer que existe un
procedimiento para evadir este gasto energético, por la misma
razón", manifestó.
   En teoría un método de fertilización que evite este gasto,
supone un incremento de la eficiencia productiva del maíz, por
ejemplo.
   Las investigaciones y nuevos desarrollos de variedades apuntan
a la genética y la transgenia, principalmente.
   Sin embargo la fisiología vegetal y su brazo armado, la
nutrición vegetal, entregan un aporte no menos importante, en la
búsqueda de lograr producciones de mayor rendimiento.
   "Todo nutriente con ahorro energético para la planta, ésta lo
devuelve en mejor producción y toda nutrición más elaborada (semi
metabolizada), le ahorra gasto energético a la planta", destacó
Rodas.
   Otro aspecto invisible del costo energético, es la importación
desde el mercado de insumos de fertilizantes a los campos
de producción "puesto que la elaboración de los
fertilizantes nitrogenados sintéticos exigen como materia prima
el consumo de petróleo o gas natural para su elaboración".
   "Sin entrar en este tema que contiene aspectos estratégicos y
políticos de poco control por parte de los productores agrícolas,
queda claro que repercuten en los costos de producción,  en la
productividad y en la conciencia de una producción con manejo
sustentable", concluyó.