El negocio mueve más de US$1.300 millones. El país ya es el mayor exportador de biodiésel y crecen las apuestas por el bioetanol.
Los biocombustibles finalmente se pusieron los pantalones largos. Y con la crisis de Egipto, que disparó nuevamente el precio del petróleo por encima de los US$100, volvieron a colocarse en el centro de la escena, un dato sustancial para un país como la Argentina, cuarto productor mundial y mayor exportador de biodiésel (sustituto del gasoil). Distinto es el caso del bioetanol, que se usa en reemplazo de la nafta. Si bien su producción va en aumento (principalmente de la mano de los ingenios azucareros), las destilerías aún no pueden abastecer las necesidades mínimas del mercado interno.
El negocio facturó en 2010 US$1.300 millones, lo que representa un crecimiento del 58%. Hay dos factores que impulsan a la industria: por un lado, la mayor demanda internacional de agrocombustibles, principalmente de Europa. Y por otro, la entrada en vigencia de la ley de promoción de biocombustibles, que ayer cumplió un año y que estableció la mezcla obligatoria del 5% para el gasoil y las naftas con biodiésel y bioetanol, respectivamente. En el caso del biodiésel, el Gobierno elevó en julio pasado el corte al 7% y, según fuentes del mercado, pretende llevarlo al 10%. En el caso del etanol, la producción local apenas alcanza a cubrir el 2,5% del consumo de nafta, pero con las inversiones previstas se estima cubrir el faltante hacia fines de año.
En un contexto promisorio para los agrocombustibles en general, los insumos, los negocios y las realidades del biodiésel y el bioetanol son bien distintas. Conviene analizarlas por separado.
En el primer caso, la producción del biodiésel depende casi exclusivamente de la soja. “El 99% proviene de ese cultivo y esto seguirá así”, dice Gabriel Obrador, ejecutivo de Patagonia Bioenergía, empresa que administra una de las 18 plantas que están operativas en el país y que tiene una segunda en construcción. El biodiésel se elabora con cualquier tipo de oleaginosa, como la colza, pero en la Argentina “no hay producción a escala que lo haga rentable”. Y este año se calculan cosechar entre 50 y 52 millones de toneladas de soja.
No resulta sorprendente que los mayores productores de biodiésel sean grandes exportadores agropecuarios. La principales refinerías son de Renova (de Molinos, Glencore y Vicentín), Louis Dreyfus, Unitec Bio (del grupo Eurnekian), Patagonia Bioenergía, Ecofuel, Cargill y Aceitera General Deheza.
De acuerdo con la CARBIO (Cámara Argentina de Biocombustibles), en 2010 se refinaron 1,9 millones de toneladas de biodiésel, de los cuales se exportaron casi 1,4 millones. Las 500.000 toneladas restantes fueron a parar a las petroleras para realizar el corte del gasoil. Para este año, están previstas inversiones para la construcción de cinco nuevas refinerías: AGD, Cargill, Dreyfus, Unitec Bio y la mencionada de Patagonia Bioenergía.
Fernando Peláez, titular de la CARBIO y CEO de Unitec Bio, estima que la capacidad instalada en 2011 alcanzará los 3 millones de toneladas. Sobre exportar o abastecer al mercado interno, el directivo sostuvo que las dos cosas. “Por los precios, hoy nos conviene exportar, pero eso tiene sus vaivenes, cosa que en el mercado interno no ocurre. Nos conviene las dos cosas”, dijo.
Peláez coincide con Obrador en cuanto a la preferencia de la soja. “En el país no hay otro insumo disponible. En Estados Unidos y Australia, se hace en base a las grasas animales, aunque en esos países la industria frigorífica está muy concentrada. La producción de colza aquí es muy baja y la palma es un cultivo tropical”, sostuvo. De todos modos, los grandes productores vienen realizando investigaciones conjuntas para la explotación de otros cultivos posibles.
La expansión fronteras afuera del biodiésel en los últimos cuatro años asombra. Según la consultora MRT, en 2007 fueron 168.000 toneladas; en 2008, 724.000; en 2009, casi 1,2 millones y en 2010, poco menos que 1,4 millones. Los principales compradores, indica un estudio elaborado por IES (Investigaciones Económicas Sectoriales) son España (40,5%) y los Países Bajos (38,8%). “La Argentina cuenta con las ventajas competitivas para convertirse en un jugador importante en un mercado en franca expansión”, dice IES. Y por otro lado, proyecta una demanda mundial para 2012 de 19 millones de toneladas de biodiésel y 80 millones de bioetanol.
Los cambios del alcohol
El reemplazo de la nafta viene más lento. Lejos aún de alcanzar el nivel del 5% para el corte, la producción de bioetanol también crece, pero tiene menos historia que el biodiésel. Y los insumos básicos para su elaboración en el país, el azúcar y el maíz, no abundan como la soja. Del 1 de diciembre de 2009 al 31 de diciembre de 2010, se refinaron casi 120 millones de litros, lo que representa el 2% del consumo actual de naftas, que ronda los 5.800 millones de litros.
Los datos surgen de la Cámara de Alcoholes y su titular, Tristán Briano, dice que la industria viene creciendo mes a mes y calcula que al 5% establecido en la ley de biocombustibles “llegaremos a fines de este año, principios del año que viene”. “Hay inversiones en marcha –añadió– para producir 300 millones de litros anuales”.
Los principales jugadores en este sector son los ingenios azucareros. Las 9 plantas registradas para abastecer al mercado interno (no se exporta nada) son Alconoa (Ingenio El Tabacal), Bioledesma (Ledesma), Bio San Isidro (Ingenio San Isidro), Bio Trinidad (Ingenio La Trinidad), Bio Energía (La Corona), Bio Energía San Rosa (Ingenio Santa Rosa), La Florida (Azucarera Los Balcanes), Energías Ecológicas y Río Grande Energía. De ese total, 5 son tucumanas, 2 salteñas y las 2 restantes son jujeñas.
El bioetanol es un subproducto del alcohol. Y se trata de un mercado, el de los alcoholes, que giró de manera drástica a partir de la ley. Anteriormente, dice Briano, el mercado demandaba 130.000 m3 (industrias química y farmacéutica, bebidas y alimentos, entre otros). “El excedente, cerca del 40% de la producción total, se exportaba principalmente a EE.UU. y Japón”, señala el directivo.
En la actualidad, todo lo producido va a los tanques de nafta de los coches. ¿En qué proporción? Al no llegar al 5%, explica Briano, “las petroleras distribuyen el bioetanol entre los diferentes tipos de naftas, cosa que en el biodiésel no pasa, porque hay un solo tipo”.
Damián KantorLos biocombustibles finalmente se pusieron los pantalones largos. Y con la crisis de Egipto, que disparó nuevamente el precio del petróleo por encima de los US$100, volvieron a colocarse en el centro de la escena, un dato sustancial para un país como la Argentina, cuarto productor mundial y mayor exportador de biodiésel (sustituto del gasoil). Distinto es el caso del bioetanol, que se usa en reemplazo de la nafta. Si bien su producción va en aumento (principalmente de la mano de los ingenios azucareros), las destilerías aún no pueden abastecer las necesidades mínimas del mercado interno.
El negocio facturó en 2010 US$1.300 millones, lo que representa un crecimiento del 58%. Hay dos factores que impulsan a la industria: por un lado, la mayor demanda internacional de agrocombustibles, principalmente de Europa. Y por otro, la entrada en vigencia de la ley de promoción de biocombustibles, que ayer cumplió un año y que estableció la mezcla obligatoria del 5% para el gasoil y las naftas con biodiésel y bioetanol, respectivamente. En el caso del biodiésel, el Gobierno elevó en julio pasado el corte al 7% y, según fuentes del mercado, pretende llevarlo al 10%. En el caso del etanol, la producción local apenas alcanza a cubrir el 2,5% del consumo de nafta, pero con las inversiones previstas se estima cubrir el faltante hacia fines de año.
En un contexto promisorio para los agrocombustibles en general, los insumos, los negocios y las realidades del biodiésel y el bioetanol son bien distintas. Conviene analizarlas por separado.
En el primer caso, la producción del biodiésel depende casi exclusivamente de la soja. “El 99% proviene de ese cultivo y esto seguirá así”, dice Gabriel Obrador, ejecutivo de Patagonia Bioenergía, empresa que administra una de las 18 plantas que están operativas en el país y que tiene una segunda en construcción. El biodiésel se elabora con cualquier tipo de oleaginosa, como la colza, pero en la Argentina “no hay producción a escala que lo haga rentable”. Y este año se calculan cosechar entre 50 y 52 millones de toneladas de soja.
No resulta sorprendente que los mayores productores de biodiésel sean grandes exportadores agropecuarios. La principales refinerías son de Renova (de Molinos, Glencore y Vicentín), Louis Dreyfus, Unitec Bio (del grupo Eurnekian), Patagonia Bioenergía, Ecofuel, Cargill y Aceitera General Deheza.
De acuerdo con la CARBIO (Cámara Argentina de Biocombustibles), en 2010 se refinaron 1,9 millones de toneladas de biodiésel, de los cuales se exportaron casi 1,4 millones. Las 500.000 toneladas restantes fueron a parar a las petroleras para realizar el corte del gasoil. Para este año, están previstas inversiones para la construcción de cinco nuevas refinerías: AGD, Cargill, Dreyfus, Unitec Bio y la mencionada de Patagonia Bioenergía.
Fernando Peláez, titular de la CARBIO y CEO de Unitec Bio, estima que la capacidad instalada en 2011 alcanzará los 3 millones de toneladas. Sobre exportar o abastecer al mercado interno, el directivo sostuvo que las dos cosas. “Por los precios, hoy nos conviene exportar, pero eso tiene sus vaivenes, cosa que en el mercado interno no ocurre. Nos conviene las dos cosas”, dijo.
Peláez coincide con Obrador en cuanto a la preferencia de la soja. “En el país no hay otro insumo disponible. En Estados Unidos y Australia, se hace en base a las grasas animales, aunque en esos países la industria frigorífica está muy concentrada. La producción de colza aquí es muy baja y la palma es un cultivo tropical”, sostuvo. De todos modos, los grandes productores vienen realizando investigaciones conjuntas para la explotación de otros cultivos posibles.
La expansión fronteras afuera del biodiésel en los últimos cuatro años asombra. Según la consultora MRT, en 2007 fueron 168.000 toneladas; en 2008, 724.000; en 2009, casi 1,2 millones y en 2010, poco menos que 1,4 millones. Los principales compradores, indica un estudio elaborado por IES (Investigaciones Económicas Sectoriales) son España (40,5%) y los Países Bajos (38,8%). “La Argentina cuenta con las ventajas competitivas para convertirse en un jugador importante en un mercado en franca expansión”, dice IES. Y por otro lado, proyecta una demanda mundial para 2012 de 19 millones de toneladas de biodiésel y 80 millones de bioetanol.
Los cambios del alcohol
El reemplazo de la nafta viene más lento. Lejos aún de alcanzar el nivel del 5% para el corte, la producción de bioetanol también crece, pero tiene menos historia que el biodiésel. Y los insumos básicos para su elaboración en el país, el azúcar y el maíz, no abundan como la soja. Del 1 de diciembre de 2009 al 31 de diciembre de 2010, se refinaron casi 120 millones de litros, lo que representa el 2% del consumo actual de naftas, que ronda los 5.800 millones de litros.
Los datos surgen de la Cámara de Alcoholes y su titular, Tristán Briano, dice que la industria viene creciendo mes a mes y calcula que al 5% establecido en la ley de biocombustibles “llegaremos a fines de este año, principios del año que viene”. “Hay inversiones en marcha –añadió– para producir 300 millones de litros anuales”.
Los principales jugadores en este sector son los ingenios azucareros. Las 9 plantas registradas para abastecer al mercado interno (no se exporta nada) son Alconoa (Ingenio El Tabacal), Bioledesma (Ledesma), Bio San Isidro (Ingenio San Isidro), Bio Trinidad (Ingenio La Trinidad), Bio Energía (La Corona), Bio Energía San Rosa (Ingenio Santa Rosa), La Florida (Azucarera Los Balcanes), Energías Ecológicas y Río Grande Energía. De ese total, 5 son tucumanas, 2 salteñas y las 2 restantes son jujeñas.
El bioetanol es un subproducto del alcohol. Y se trata de un mercado, el de los alcoholes, que giró de manera drástica a partir de la ley. Anteriormente, dice Briano, el mercado demandaba 130.000 m3 (industrias química y farmacéutica, bebidas y alimentos, entre otros). “El excedente, cerca del 40% de la producción total, se exportaba principalmente a EE.UU. y Japón”, señala el directivo.
En la actualidad, todo lo producido va a los tanques de nafta de los coches. ¿En qué proporción? Al no llegar al 5%, explica Briano, “las petroleras distribuyen el bioetanol entre los diferentes tipos de naftas, cosa que en el biodiésel no pasa, porque hay un solo tipo”.