miércoles, 30 de marzo de 2011

¿Cómo evitar que la crisis alimentaria sea más grave?

Los temores a las consecuencias del inusitado incremento del precio de los alimentos a nivel global, tales como inestabilidad política y guerras han desatado la imaginación de los políticos y de los funcionarios burocráticos que desde ya recetan formulas para evitar mayores desastres. ¿Qué se debe hacer? ¿Control absoluto o dejar hacer?

Son varios los organismos internacionales y agencias estatales que se han ocupado de encontrar una salida a la crisis alimentaria desatada por el alto precio que han alcanzado las materias primas.

Algunas de sus recomendaciones se centran en el control estricto por parte del estado de la producción y de los mercados, en especial para evitar una onda especulativa con los mercados de futuros.

Dada la experiencia de la crisis del 2007-2008 otros analistas creen que el papel del estado se debe limitar a minimizar el riesgo de las poblaciones más vulnerables y dejar que el mercado se encargue de corregir la volatilidad de los precios.

Las principales iniciativas que recomiendan los expertos se resumen a continuación:
Información y transparencia

Los gobiernos de los países deben compartir información sobre sus inventarios de alimentos y sus perspectivas de producción. De esta forma se minimizará la especulación y el mercado negro.
Facilitar el comercio

Los países de todo el mundo también deben acoger el comercio para permitir la llegada a las poblaciones necesitadas de los alimentos procedentes de lugares con excedentes de producción.

Se recomienda a los estados que faciliten el comercio como medida eficaz para reducir el coste de los alimentos a la población general. Entre las medidas concretas se hallan::

    No prohibir la exportación de alimentos  y usar con moderación los cupos de exportación.
    No comprar ni almacenar alimentos movidos por el pánico de un desabastecimiento
    Reducir los aranceles e impuestos de importación

Incrementar la productividad agrícola

Será necesario aumentar la producción alimentaria en un 70% para alimentar a una población mundial que se espera que para el año 2050 alcance los 9.000 millones de personas.

Este desafío requiere un esfuerzo concertado por parte del sector privado, de los gobiernos y de las instituciones multilaterales con el propósito de incrementar la productividad agrícola.

La agro-industria debe seguir integrando las tecnologías emergentes para producir más por hectárea, recurriendo a una menor cantidad de agua, de plaguicidas, herbicidas y de energía.
Dejar que el mercado haga su trabajo

Los precios más altos servirán como un catalizador para aumentar la producción y responder a las fluctuaciones de la oferta y la demanda.

Por eso si los gobiernos, las instituciones locales y los agricultores cuentan con información precisa y transparente y además se facilita el comercio la crisis no será más que un bache producto de condiciones climáticas. 

Sobre el precio de los alimentos influye una amplia gama de factores, por ejemplo, el coste de los fertilizantes y la energía, el clima, la inestabilidad política, la disponibilidad de agua entre otros.

Es un ecosistema muy complejo como para caer en la tentación de soluciones simplistas. La historia económica nos enseña que un mercado libre encuentra su punto de equilibrio.

Caer en la tentación de un excesivo control estatal es un riesgo importante para la seguridad alimentaria mundial, la estabilidad política y para la prosperidad económica.
Club Darwin