Un tema muy trillado pero finalmente desconocido…
¿Cuál es el costo de producir leche?
Es una cuestión que constantemente aparece calculado, a partir de diversas fuentes, en distintas zonas del país, para diferentes sistemas de producción, con todo nivel de detalle.
Y generalmente su cálculo es con el objetivo de confrontarlo con el precio de venta. El motivo es ver si la actividad está trabajando con utilidades o a pérdida. Es que más de una vez, ambos, costo y precio de venta, están demasiado cercanos, con lo cual se va reduciendo peligrosamente la rentabilidad del negocio. En ese momento se enciende la luz amarilla.
Y ni que hablar de rentabilidad positiva cuando resulta que el precio de venta es inferior al costo de producción! Ahí se enciende la luz roja del semáforo, o del panel de control, como queramos llamarlo. Pero el tema es que esa señal de alerta se encienda en el debido momento, y no luego, ya que eso podría ser fatal para la empresa.
Pero resulta que no hay recetas…
Es obvio que la luz roja debería encenderse cuando el costo de producción pasa a ser superior al precio de venta obtenido. Y cuando decimos costo de producción, éste engloba no solamente a los costos propios del tambo, sino también de las otras dos actividades participantes: la crianza y la recría. Hasta allí no hay mayores secretos.
Ahora bien, ello entraña, por supuesto, que cada empresa haya calculado, con todos los rubros incluídos, el costo de producir leche, independientemente de lo que se vea publicado en diversos medios. Porque cuando decimos de considerar absolutamente todos los rubros, implica considerar no solamente los costos directos de la actividad, sino además contabilizar todas las amortizaciones que pudiera haber: sean éstas correspondientes a maquinarias adquiridas en el ejercicio o en anteriores también; a reformas realizadas en las instalaciones del tambo; a pasturas implantadas; a inversiones en mejoras (manga, alambrados, aguadas, corrales de encierre, media sombra, adquisición de una computadora,), cambio de la camioneta, sólo por citar las más corrientes.
Todo ello constituye un primer paso muy importante y no siempre llevado a cabo. Pero en este artículo la intención es ir aún más lejos: llegar el costo real final de cada litro de leche producido. Y entonces debemos analizar las herramientas de análisis utilizadas corrientemente, y cuáles agregar.
Quizás la visión parcial de costo que se suele utilizar se deba a que generalmente se utiliza solamente la herramienta del margen bruto para evaluar la situación de la actividad tambo: desde el costo por litro, el margen bruto por hectárea o por cabeza, entre ellos. Pero falta el paso siguiente, que es de considerar la parte de gastos fijos.
Pero siguen faltando datos…
Hasta acá, no hemos hecho grandes descubrimientos del costo final de producir leche en cada empresa. Pero resta aún considerar entonces los famosos e ineludibles gastos fijos, o indirectos. Es decir los de las áreas de Estructura, Administración e Impuestos. Estos gastos incluyen rubros tales como: personal de estructura y administración, gastos de oficina, vehículos del área de estructura y administración, el asesor contable, el agronómico, gastos de energía (aparte de los del tambo), impuestos tales como red vial, mantenimiento de mejoras. En la parte de impuestos: el inmobiliario, el impuesto al cheque, el impuesto a las ganancias, y el de ingresos brutos.
Y por supuesto que los arrendamientos no pueden dejar de ser considerados, si es que ya no han sido tomados en los costos directos. Sucede que en las empresas mixtas, varias actividades se llevan a cabo sobre tierra alquilada, por lo que es necesario, en ese caso prorratear el arrendamiento de modo de asignarle a la actividad tambo lo que le corresponde. No olvidemos que una proporción importante de la actividad tambera en Argentina se desarrolla en campos alquilados.
Si alguien quisiera definirlos a todos estos gastos por el opuesto, sería decir que se trata de todos los gastos que no tienen que ver en forma directa con una actividad determinada en la empresa.
Y cuando se incluyen todos esos gastos además, puede haber más de una sorpresa en el resultado final, al calcular cuánto cuesta A ESA EMPRESA producir cada litro de leche. Es obvio que al agregarlos, ello hace que inexorablemente se incremente el gasto de producción. Y resaltamos la referencia A ESA EMPRESA porque cada una tiene su propia estructura de costos, quizás única, o por lo menos diferente al resto. Debo decir que no he hallado aún dos empresas que tengan la misma estructura de costos. Por eso es un dato que se debe calcular una y otra vez, porque aún dentro de la misma empresa va variando la estructura de costos de un ejercicio al otro.
Y volviendo a la incidencia de los costos fijos dentro del costo de producción de leche, hasta es un ejercicio interesante calcular, por separado, el costo indirecto que tiene cada litro de leche producido en la empresa. Eso indica el grado de incidencia de los gastos fijos de la empresa en el costo final por unidad producida. Y esto no es privativo para el tambo. Es recomendable considerarlo también para la producción de carne.
¿Cómo repartir los gastos fijos?
Dentro del abanico de empresas, si bien las hay del tipo llamado “monotambo” es decir dedicadas exclusivamente a la producción de leche, suele haber muchas otras denominadas mixtas, es decir en las cuales conviven la producción de leche con la agricultura, y a veces incluso también con la ganadería de carne, sea cría y/o invernada. En el caso de empresas monotambo, el criterio es claro: el tambo se hace cargo del 100 % de los gastos fijos. En las empresas mixtas en as que hay que fijar un criterio para prorratear los gastos fijos entre las distintas actividades. ¿Y en base a qué criterio hacerlo?
En esos casos, hay varios criterios: en el pasado se asignó en función de la superficie que cada actividad requería. Pero luego, con la intensificación tanto de la ganadería de carne como del tambo, ese parámetro pasó a ser relativo. Se pasó entonces, en algunos casos, a tomar en cuenta para el prorrateo el volumen de facturación de ventas para asignar porcentajes de los gastos fijos a cada actividad. Pero considero que un criterio más justo es asignar la facturación de gastos de cada actividad. Sucede que el tambo es la actividad más compleja. Y el hecho de asignar porcentajes de gasto en función de las ventas, y e años de buenas cosechas, y/o alto precios de los granos, puede inducir a asignarle importantes porcentajes de los gastos fijos a la agricultura, lo cual no se condice con la dedicación que requiere cada una de estas actividades.
Así, puede quedar establecido que el tambo se hace cargo, por ejemplo, del 65 % de los costos fijos. Y eso tampoco es inamovible. De hecho, en las empresas ese porcentaje puede ir variando de un ejercicio a otro, en más o en menos, conforme se va analizando año a año los requerimientos de cada una de las actividades.
Casos reales
En este punto, el referirse a datos de valores absolutos puede correr el riesgo de la desactualización a corto plazo. Es por ello que resulta más práctico referirse a los porcentajes en que aumenta el costo de producción cuando se consideran los gastos fijos, con respecto a considerar solamente los costos propios del tambo. Y en ese abanico, y referido a datos reales, vemos que el costo se incrementa en un espectro amplio, que va desde el 15 % hasta más del 30 %.
Se ve entonces la gran influencia de considerar todos los gastos a la hora de conocer con exactitud cuánto cuesta producir la leche en cada empresa en particular. Dicho de otro modo, en el sentido inverso, no considerar los gastos de estructura, administración e impuestos, implica subestimar los costos reales de producción en un abanico que va del 15 a más del 30 %. Y esa peligrosa subestimación puede llevar a tomar decisiones peligrosas respecto tanto sea a nuevas inversiones, como a modificaciones en el sistema productivo, entre ellas.
Cuando, en realidad, el cálculo a realizar es muy simple: considerar el total de los gastos fijos asignados al tambo y dividirlos por la cantidad total de litros producidos. Eso nos permitirá además conocer si, siendo eficientes en lo productivo, estamos perdiendo competitividad por el efecto lastre que tienen los gastos indirectos de la empresa. Y en base a ello, analizar las medidas a tomar.
Para pensar…
Es decir que, para sorpresa de más de uno, puede n llegar a darse todo tipo de situaciones al momento de calcular el costo final de cada litro de leche producida, incluyendo aquellas en que, por ejemplo:
a) Dos empresas tengan similar costo directo de producción, pero la parte de gastos fijos marque la diferencia final del costo de producción de cada una.
b) Que una empresa A tenga un mayor costo de producción por litro que la empresa B, pero que las cosas se inviertan cuando se incluye además la parte de gastos fijos, debido a que la esta última tiene lo que se suele denominar una “estructura pesada de costo fijos”. Es decir el hecho que una empresa sea eficiente en su costo de producción de leche considerando solamente costo directos, no garantiza que finalmente sea eficiente al considerar la totalidad de los gastos, directos e indirectos.
c) Que una empresa C tenga un costo de producción (considerando gastos directos) un 4 % mayor a la empresa D. Pero que al considerar a parte de gastos fijos, dicha diferencia se amplifique al 15 %. Y son datos tomados de casos reales.
d) En el sentido contrario, puede ocurrir, y de nuevo tomando datos reales, que la empresa E tenga, con respecto a la empresa F, un costo de producción 28 % mayor. Pero cuando se incluyen además los gastos indirectos, esa diferencia se reduzca al 23 %.
Y todo esto en definitiva nos brinda herramientas a la hora de analizar y repensar los costos de producción. Muchas veces suele estar enfocado el esfuerzo en analizar una y otra vez los costos de producción solamente, y ni que hablar de los de alimentación, que suelen ser el nudo de la cuestión. Pero que eso no nos haga perder de vista que también hay otros costo, tan o más importantes que los anteriores, a la hora de analizar cómo reducir los costos de producción en un entorno de precios deprimidos de venta de leche, que suele enfrentar cíclicamente la actividad tambo.
Si no incluímos TODOS los costos involucrados, no llegaremos a conocer con certeza el costo final de cada litro producido.
Conclusión.
A través de este artículo, hemos querido esclarecer la forma de poder llegar a conocer el costo real final de producir cada litro de leche. Sabemos que eso no hará que automáticamente mejore el precio para llegar a cubrir los costos, algo que no sucede en el sector agropecuario. Es importante recordar que el productor agropecuario es siempre tomador de precios, y no fijador, como ocurre en otros sectores productivos. Pero sí es una herramienta de gran utilidad para que cada empresa pueda conocer, en todo momento, cuál es su situación real de costos, sin que ninguno quede excluído, y de esa forma saber “dónde está parada”.
Luego vendrán las estrategias que cada empresa decida poner en marcha para reducir ese costo por litro. En algunos casos será reducir el monto de gastos, en otros, y sin ser excluyentes, será apuntar a aumentar la producción para licuar esos gastos fijos en una mayor producción. A cada empresa le tocará definir su estrategia.
Félix Fares Ing. Agrónomo
cuencarural
¿Cuál es el costo de producir leche?
Es una cuestión que constantemente aparece calculado, a partir de diversas fuentes, en distintas zonas del país, para diferentes sistemas de producción, con todo nivel de detalle.
Y generalmente su cálculo es con el objetivo de confrontarlo con el precio de venta. El motivo es ver si la actividad está trabajando con utilidades o a pérdida. Es que más de una vez, ambos, costo y precio de venta, están demasiado cercanos, con lo cual se va reduciendo peligrosamente la rentabilidad del negocio. En ese momento se enciende la luz amarilla.
Y ni que hablar de rentabilidad positiva cuando resulta que el precio de venta es inferior al costo de producción! Ahí se enciende la luz roja del semáforo, o del panel de control, como queramos llamarlo. Pero el tema es que esa señal de alerta se encienda en el debido momento, y no luego, ya que eso podría ser fatal para la empresa.
Pero resulta que no hay recetas…
Es obvio que la luz roja debería encenderse cuando el costo de producción pasa a ser superior al precio de venta obtenido. Y cuando decimos costo de producción, éste engloba no solamente a los costos propios del tambo, sino también de las otras dos actividades participantes: la crianza y la recría. Hasta allí no hay mayores secretos.
Ahora bien, ello entraña, por supuesto, que cada empresa haya calculado, con todos los rubros incluídos, el costo de producir leche, independientemente de lo que se vea publicado en diversos medios. Porque cuando decimos de considerar absolutamente todos los rubros, implica considerar no solamente los costos directos de la actividad, sino además contabilizar todas las amortizaciones que pudiera haber: sean éstas correspondientes a maquinarias adquiridas en el ejercicio o en anteriores también; a reformas realizadas en las instalaciones del tambo; a pasturas implantadas; a inversiones en mejoras (manga, alambrados, aguadas, corrales de encierre, media sombra, adquisición de una computadora,), cambio de la camioneta, sólo por citar las más corrientes.
Todo ello constituye un primer paso muy importante y no siempre llevado a cabo. Pero en este artículo la intención es ir aún más lejos: llegar el costo real final de cada litro de leche producido. Y entonces debemos analizar las herramientas de análisis utilizadas corrientemente, y cuáles agregar.
Quizás la visión parcial de costo que se suele utilizar se deba a que generalmente se utiliza solamente la herramienta del margen bruto para evaluar la situación de la actividad tambo: desde el costo por litro, el margen bruto por hectárea o por cabeza, entre ellos. Pero falta el paso siguiente, que es de considerar la parte de gastos fijos.
Pero siguen faltando datos…
Hasta acá, no hemos hecho grandes descubrimientos del costo final de producir leche en cada empresa. Pero resta aún considerar entonces los famosos e ineludibles gastos fijos, o indirectos. Es decir los de las áreas de Estructura, Administración e Impuestos. Estos gastos incluyen rubros tales como: personal de estructura y administración, gastos de oficina, vehículos del área de estructura y administración, el asesor contable, el agronómico, gastos de energía (aparte de los del tambo), impuestos tales como red vial, mantenimiento de mejoras. En la parte de impuestos: el inmobiliario, el impuesto al cheque, el impuesto a las ganancias, y el de ingresos brutos.
Y por supuesto que los arrendamientos no pueden dejar de ser considerados, si es que ya no han sido tomados en los costos directos. Sucede que en las empresas mixtas, varias actividades se llevan a cabo sobre tierra alquilada, por lo que es necesario, en ese caso prorratear el arrendamiento de modo de asignarle a la actividad tambo lo que le corresponde. No olvidemos que una proporción importante de la actividad tambera en Argentina se desarrolla en campos alquilados.
Si alguien quisiera definirlos a todos estos gastos por el opuesto, sería decir que se trata de todos los gastos que no tienen que ver en forma directa con una actividad determinada en la empresa.
Y cuando se incluyen todos esos gastos además, puede haber más de una sorpresa en el resultado final, al calcular cuánto cuesta A ESA EMPRESA producir cada litro de leche. Es obvio que al agregarlos, ello hace que inexorablemente se incremente el gasto de producción. Y resaltamos la referencia A ESA EMPRESA porque cada una tiene su propia estructura de costos, quizás única, o por lo menos diferente al resto. Debo decir que no he hallado aún dos empresas que tengan la misma estructura de costos. Por eso es un dato que se debe calcular una y otra vez, porque aún dentro de la misma empresa va variando la estructura de costos de un ejercicio al otro.
Y volviendo a la incidencia de los costos fijos dentro del costo de producción de leche, hasta es un ejercicio interesante calcular, por separado, el costo indirecto que tiene cada litro de leche producido en la empresa. Eso indica el grado de incidencia de los gastos fijos de la empresa en el costo final por unidad producida. Y esto no es privativo para el tambo. Es recomendable considerarlo también para la producción de carne.
¿Cómo repartir los gastos fijos?
Dentro del abanico de empresas, si bien las hay del tipo llamado “monotambo” es decir dedicadas exclusivamente a la producción de leche, suele haber muchas otras denominadas mixtas, es decir en las cuales conviven la producción de leche con la agricultura, y a veces incluso también con la ganadería de carne, sea cría y/o invernada. En el caso de empresas monotambo, el criterio es claro: el tambo se hace cargo del 100 % de los gastos fijos. En las empresas mixtas en as que hay que fijar un criterio para prorratear los gastos fijos entre las distintas actividades. ¿Y en base a qué criterio hacerlo?
En esos casos, hay varios criterios: en el pasado se asignó en función de la superficie que cada actividad requería. Pero luego, con la intensificación tanto de la ganadería de carne como del tambo, ese parámetro pasó a ser relativo. Se pasó entonces, en algunos casos, a tomar en cuenta para el prorrateo el volumen de facturación de ventas para asignar porcentajes de los gastos fijos a cada actividad. Pero considero que un criterio más justo es asignar la facturación de gastos de cada actividad. Sucede que el tambo es la actividad más compleja. Y el hecho de asignar porcentajes de gasto en función de las ventas, y e años de buenas cosechas, y/o alto precios de los granos, puede inducir a asignarle importantes porcentajes de los gastos fijos a la agricultura, lo cual no se condice con la dedicación que requiere cada una de estas actividades.
Así, puede quedar establecido que el tambo se hace cargo, por ejemplo, del 65 % de los costos fijos. Y eso tampoco es inamovible. De hecho, en las empresas ese porcentaje puede ir variando de un ejercicio a otro, en más o en menos, conforme se va analizando año a año los requerimientos de cada una de las actividades.
Casos reales
En este punto, el referirse a datos de valores absolutos puede correr el riesgo de la desactualización a corto plazo. Es por ello que resulta más práctico referirse a los porcentajes en que aumenta el costo de producción cuando se consideran los gastos fijos, con respecto a considerar solamente los costos propios del tambo. Y en ese abanico, y referido a datos reales, vemos que el costo se incrementa en un espectro amplio, que va desde el 15 % hasta más del 30 %.
Se ve entonces la gran influencia de considerar todos los gastos a la hora de conocer con exactitud cuánto cuesta producir la leche en cada empresa en particular. Dicho de otro modo, en el sentido inverso, no considerar los gastos de estructura, administración e impuestos, implica subestimar los costos reales de producción en un abanico que va del 15 a más del 30 %. Y esa peligrosa subestimación puede llevar a tomar decisiones peligrosas respecto tanto sea a nuevas inversiones, como a modificaciones en el sistema productivo, entre ellas.
Cuando, en realidad, el cálculo a realizar es muy simple: considerar el total de los gastos fijos asignados al tambo y dividirlos por la cantidad total de litros producidos. Eso nos permitirá además conocer si, siendo eficientes en lo productivo, estamos perdiendo competitividad por el efecto lastre que tienen los gastos indirectos de la empresa. Y en base a ello, analizar las medidas a tomar.
Para pensar…
Es decir que, para sorpresa de más de uno, puede n llegar a darse todo tipo de situaciones al momento de calcular el costo final de cada litro de leche producida, incluyendo aquellas en que, por ejemplo:
a) Dos empresas tengan similar costo directo de producción, pero la parte de gastos fijos marque la diferencia final del costo de producción de cada una.
b) Que una empresa A tenga un mayor costo de producción por litro que la empresa B, pero que las cosas se inviertan cuando se incluye además la parte de gastos fijos, debido a que la esta última tiene lo que se suele denominar una “estructura pesada de costo fijos”. Es decir el hecho que una empresa sea eficiente en su costo de producción de leche considerando solamente costo directos, no garantiza que finalmente sea eficiente al considerar la totalidad de los gastos, directos e indirectos.
c) Que una empresa C tenga un costo de producción (considerando gastos directos) un 4 % mayor a la empresa D. Pero que al considerar a parte de gastos fijos, dicha diferencia se amplifique al 15 %. Y son datos tomados de casos reales.
d) En el sentido contrario, puede ocurrir, y de nuevo tomando datos reales, que la empresa E tenga, con respecto a la empresa F, un costo de producción 28 % mayor. Pero cuando se incluyen además los gastos indirectos, esa diferencia se reduzca al 23 %.
Y todo esto en definitiva nos brinda herramientas a la hora de analizar y repensar los costos de producción. Muchas veces suele estar enfocado el esfuerzo en analizar una y otra vez los costos de producción solamente, y ni que hablar de los de alimentación, que suelen ser el nudo de la cuestión. Pero que eso no nos haga perder de vista que también hay otros costo, tan o más importantes que los anteriores, a la hora de analizar cómo reducir los costos de producción en un entorno de precios deprimidos de venta de leche, que suele enfrentar cíclicamente la actividad tambo.
Si no incluímos TODOS los costos involucrados, no llegaremos a conocer con certeza el costo final de cada litro producido.
Conclusión.
A través de este artículo, hemos querido esclarecer la forma de poder llegar a conocer el costo real final de producir cada litro de leche. Sabemos que eso no hará que automáticamente mejore el precio para llegar a cubrir los costos, algo que no sucede en el sector agropecuario. Es importante recordar que el productor agropecuario es siempre tomador de precios, y no fijador, como ocurre en otros sectores productivos. Pero sí es una herramienta de gran utilidad para que cada empresa pueda conocer, en todo momento, cuál es su situación real de costos, sin que ninguno quede excluído, y de esa forma saber “dónde está parada”.
Luego vendrán las estrategias que cada empresa decida poner en marcha para reducir ese costo por litro. En algunos casos será reducir el monto de gastos, en otros, y sin ser excluyentes, será apuntar a aumentar la producción para licuar esos gastos fijos en una mayor producción. A cada empresa le tocará definir su estrategia.
Félix Fares Ing. Agrónomo
cuencarural