Márgenes acotados: la solución óptima es que las usinas puedan trasladar al precio mayorista las mejoras a los productores, sin que los comerciantes lo trasladen.
Como se ha mencionado en otra oportunidad, el incremento del precio de la leche al productor significó en 2010 un nuevo incentivo en la actividad. No obstante, el alto nivel
que alcanzaron los valores por litro, los costos continuaron su carrera ascendente y comienza a hacerse sentir nuevamente la pérdida de rentabilidad. Lo que motivó que los
lecheros reclamen incrementos de precios dado el estancamiento desde junio del año pasado.
El freno del incremento de los valores pagados por la industria desde julio comienza a generar fricciones entre productores e industriales. Estos últimos afirman que mayores
incrementos del precio pagado al productor son incompatibles, dada la imposibilidad de trasladarlo a los precios que pagan los mayoristas, que poseen una mayor fuerza de
negociación y, en parte, determinan el precio en ese eslabón de la comercialización.
Ganancias. Si se analizan los balances de las principales empresas lácteas durante su último ejercicio puede verse que la ganancia bruta ronda un 25 por ciento del valor
facturado como ventas netas; si a esto se le restan los gastos de comercialización y administración, este porcentaje cae en promedio al cinco por ciento y si se descuentan los
costos financieros netos, los resultados apenas rondan el 0,5 y el dos por ciento de las ventas.
Vale aclarar que las empresas presentaron resultados netos negativos durante algunos períodos (2007 y 2008 especialmente). Por otro lado, la participación del costo de la
materia prima en el valor facturado ronda el 75 por ciento, lo que vuelve a las empresas muy sensibles a variaciones en el precio de la leche pagado al productor.
En lo que respecta al tambero, la realidad no es muy diferente: los precios se incrementaron desde principios de año siguiendo el comportamiento de los costos, pero cuando
los primeros se estabilizaron los segundos comenzaron a hacer mella en la actividad. El ingreso bruto por litro que recibe el productor luego de descontar los costos directos
ronda el 30 por ciento del precio pagado por la industria, un número interesante pero que viene disminuyendo desde mediados del año pasado. Sin embargo, si a estos valores
se le restan los gastos de estructura, las amortizaciones y los intereses, los resultados caen, en algunos casos, en la zona de pérdida neta.
Negociación intra cadena. Dado que, como se mencionó antes, los márgenes del tambo y de la industria son muy acotados y sensibles a leves variaciones en el precio de la
leche cruda, una opción que queda disponible para que los productores reciban un aumento de precio es una negociación dentro de la cadena para un reacomodamiento de
los márgenes.
La solución óptima es que las industrias puedan trasladar ese incremento al precio mayorista sin que los comerciantes lo trasladen de manera íntegra a las góndolas (evitando
la posible baja del consumo), lo que implicaría una reducción del margen de estos últimos.
Federico Priotti y Lucas Tossolini (Especial)*
*Los autores son economistas del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba.
lavoz
Como se ha mencionado en otra oportunidad, el incremento del precio de la leche al productor significó en 2010 un nuevo incentivo en la actividad. No obstante, el alto nivel
que alcanzaron los valores por litro, los costos continuaron su carrera ascendente y comienza a hacerse sentir nuevamente la pérdida de rentabilidad. Lo que motivó que los
lecheros reclamen incrementos de precios dado el estancamiento desde junio del año pasado.
El freno del incremento de los valores pagados por la industria desde julio comienza a generar fricciones entre productores e industriales. Estos últimos afirman que mayores
incrementos del precio pagado al productor son incompatibles, dada la imposibilidad de trasladarlo a los precios que pagan los mayoristas, que poseen una mayor fuerza de
negociación y, en parte, determinan el precio en ese eslabón de la comercialización.
Ganancias. Si se analizan los balances de las principales empresas lácteas durante su último ejercicio puede verse que la ganancia bruta ronda un 25 por ciento del valor
facturado como ventas netas; si a esto se le restan los gastos de comercialización y administración, este porcentaje cae en promedio al cinco por ciento y si se descuentan los
costos financieros netos, los resultados apenas rondan el 0,5 y el dos por ciento de las ventas.
Vale aclarar que las empresas presentaron resultados netos negativos durante algunos períodos (2007 y 2008 especialmente). Por otro lado, la participación del costo de la
materia prima en el valor facturado ronda el 75 por ciento, lo que vuelve a las empresas muy sensibles a variaciones en el precio de la leche pagado al productor.
En lo que respecta al tambero, la realidad no es muy diferente: los precios se incrementaron desde principios de año siguiendo el comportamiento de los costos, pero cuando
los primeros se estabilizaron los segundos comenzaron a hacer mella en la actividad. El ingreso bruto por litro que recibe el productor luego de descontar los costos directos
ronda el 30 por ciento del precio pagado por la industria, un número interesante pero que viene disminuyendo desde mediados del año pasado. Sin embargo, si a estos valores
se le restan los gastos de estructura, las amortizaciones y los intereses, los resultados caen, en algunos casos, en la zona de pérdida neta.
Negociación intra cadena. Dado que, como se mencionó antes, los márgenes del tambo y de la industria son muy acotados y sensibles a leves variaciones en el precio de la
leche cruda, una opción que queda disponible para que los productores reciban un aumento de precio es una negociación dentro de la cadena para un reacomodamiento de
los márgenes.
La solución óptima es que las industrias puedan trasladar ese incremento al precio mayorista sin que los comerciantes lo trasladen de manera íntegra a las góndolas (evitando
la posible baja del consumo), lo que implicaría una reducción del margen de estos últimos.
Federico Priotti y Lucas Tossolini (Especial)*
*Los autores son economistas del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba.
lavoz